Cuando te sientas solo y triste, sin nadie que te escuche o te anime, llora
Cuando sientas que el mundo se vuelve en tu contra y no encuentras una salida, llora
Cuando sientas que todos te señalan, que no eres importante para nadie, llora
Pues llorar no es sinónimo de debilidad ni de cobardía.
Llorar nos limpia el alma de angustias, de desesperanzas, no ayuda a relajarnos y
a reflexionar. Llorar nos da la fuerza de desahogarnos en silencio, nos fortalece
el corazón para discernir en lo que queremos. Llorar nos cicatriza las heridas y nos
ayuda a perdonar a quien no valoro lo que dimos por ellos. Llorar no es más que dejar
salir las lágrimas que limpian nuestro interior, no es más que nuestro medicamento
espiritual antidolor. Llorar no es perder el tiempo, ni hacer un drama, es entregarle a Dios
toda tu carga.
Pues Dios es quien nos regaló el don de llorar, para que nos demos cuenta que aun en la
tempestad, nunca estamos solos, siempre está Él para secar nuestro rostro y pulir nuestro
corazón.
Cuando sientas el deseo de llorar, sólo llora, pues nada pasa sin ningún propósito, y
nada pasa sin antes Dios permitirlo.
Cuando sientas que el mundo se vuelve en tu contra y no encuentras una salida, llora
Cuando sientas que todos te señalan, que no eres importante para nadie, llora
Pues llorar no es sinónimo de debilidad ni de cobardía.
Llorar nos limpia el alma de angustias, de desesperanzas, no ayuda a relajarnos y
a reflexionar. Llorar nos da la fuerza de desahogarnos en silencio, nos fortalece
el corazón para discernir en lo que queremos. Llorar nos cicatriza las heridas y nos
ayuda a perdonar a quien no valoro lo que dimos por ellos. Llorar no es más que dejar
salir las lágrimas que limpian nuestro interior, no es más que nuestro medicamento
espiritual antidolor. Llorar no es perder el tiempo, ni hacer un drama, es entregarle a Dios
toda tu carga.
Pues Dios es quien nos regaló el don de llorar, para que nos demos cuenta que aun en la
tempestad, nunca estamos solos, siempre está Él para secar nuestro rostro y pulir nuestro
corazón.
Cuando sientas el deseo de llorar, sólo llora, pues nada pasa sin ningún propósito, y
nada pasa sin antes Dios permitirlo.

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