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lunes, 12 de mayo de 2014

Vale la pena llorar

Cuando te sientas solo y triste, sin nadie que te escuche o te anime, llora

Cuando sientas que el mundo se vuelve en tu contra y no encuentras una salida, llora

Cuando sientas que todos te señalan, que no eres importante para nadie, llora

Pues llorar no es sinónimo de debilidad ni de cobardía.

Llorar nos limpia el alma de angustias, de desesperanzas, no ayuda a relajarnos y

a reflexionar.  Llorar nos da la fuerza de desahogarnos en silencio, nos fortalece

el corazón para discernir en lo que queremos.  Llorar nos cicatriza las heridas y nos

ayuda a perdonar a quien no valoro lo que dimos por ellos.  Llorar no es más que dejar

salir las lágrimas que limpian nuestro interior, no es más que nuestro medicamento

espiritual antidolor.  Llorar no es perder el tiempo, ni hacer un drama, es entregarle a Dios

toda tu carga.

Pues Dios es quien nos regaló el don de llorar, para que nos demos cuenta que aun en la 

tempestad, nunca estamos solos, siempre está Él para secar nuestro rostro y pulir nuestro 

corazón.

Cuando sientas el deseo de llorar, sólo llora, pues nada pasa sin ningún propósito, y

nada pasa sin antes Dios permitirlo.

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