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sábado, 29 de agosto de 2015

En secreto es amor y, en realidad, también







Echando la mente a volar en un pequeño espacio indefinido, se van formando muchas fórmulas complejas para resolver.  Comenzamos haciendo un “brainstorming” de todos esos sucesos vividos con un tono que alude al mismo significado, pero en realidad solo son posibles hipótesis inconclusas que prometen mucho tiempo de investigación.   A esto se une un sinnúmeros de síntomas extraños que no sabes si son reales, o son efectos secundarios de un desenlace fatídico de emociones desconcertantes que esta por acontecer y que, al parecer, quieren liquidarte de una vez.  Pasan las horas, los días, semanas y te vuelves un ser adicto a ese algo que no se ve, pero se siente.  Está en el aire, está en el sol, está en suelo, en tu ropa, en tu pensar, en tu corazón, en fin está en todos lados, pero, ¿Dónde es que está?  Y así caminas en un éxtasis divino de perdición y locura, pero a la vez te da vida y felicidad.  Pierdes la mente, pero, ¿En qué piensas?; pierdes la concentración, pero ¿Qué te desconcentra?; hablas a solas, pero ¿De qué hablas?; Sientes muchas sensaciones dentro de ti, pero ¿De qué son esas sensaciones?;  Y así se continúa el proceso de revelaciones frustrantes que te acaban la vida, pero te das cuenta que nunca te habías sentido con más deseos de vivir.  Llegas a cierta conclusión no oficial donde alguien más te está hechizando los sentidos sin conocer la hechicería, pero solo es una persona, no dos, no tres.   Cuanto más tiempo pasa más vas viendo y sintiendo como tus formulas mentales van adaptándose a sus resultados conforme a tus investigaciones, hasta que logras llegar a la solución final donde descubres que te enamoraste.  Y, en secreto es amor y, en realidad, también, pues sabes que las ráfagas de tus sentires se han apoderado hasta de tu cuerpo e impropiamente hablan de ti sin querer.  No se puede disimular, es más fácil jugar al creído que dejarse revelar, alejarse en silencio para no hablar.  En secreto es amor y, en realidad, también, pero es más fácil ignorar que dejarse envolver, volverte indiferente, que antes mostrar interés, enfocarte en otros puntos claves para no aceptar que, en secreto es amor y, en realidad, también.  Así somos, así crecimos, viviendo con temor a las garras del querer, a envolvernos en las ilusiones y entregarnos al amor, por no saber unir la mente al corazón, por no tomar riesgos, por no volver a caer o fallar,  por pensar en los futuros manchándolos con el pasado.  Hay que vivir, hay que sentir, hay que dejar el corazón latir, porque al final aunque digas mil veces NO, en secreto es amor y, en realidad, también.

La desesperanza



Hermosos son los momentos, aquellos que te sacan hasta la última gota de suspiro.   Suspiros que hablan, que expresan la perfección en su máxima expresión.  Momentos compartidos que inspiran pasión, momentos a solas que te envuelven en un trance de amor.  La vida es perfecta, el cielo no tiene fin, y hasta los ruidos más molestosos se vuelven melodías de fondo acorde con tu inspiración.  Dejar los más bellos sentimientos volar, es arriesgarse a perder, pero con la intención de ganar.  Es entregarlo todo sin nada que ofrecer.  Es navegar el mundo sin brújula ni dirección.  Nada es invencible hasta que a tus puertas llega la desesperanza.  Triste desesperanza, esa que duele y desgarra sin razón.  Como soldado caído y abandonado, así te sientes en tu interior.  Todo deja de tener color, para volverse opaco y frío. 

Desesperanza, aquella que se burla de ti y una y otra vez te hunde al vacío, la misma que te hace decir una y otra vez “Porqué”.  Ya la vida no es tan hermosa, ya las melodías comienzan a molestar, hasta las flores del jardín se comienzan a secar, más lo único que encuentras en tu mente son razones para odiar.  El riesgo de amar es igual que lanzarse al vacío, pues sin una cuerda firme, puedes tener un desenlace fatal.  Las ilusiones se pierden, ya nada es tan lindo, pero como parte de la vida hay que dejarse caer para volver a levantar. 


Que la desesperanza no se vuelva motivo para dejar morir una bella historia.  Recuerda, la vida no vino con libro de instrucciones y cada uno de nosotros nacimos para ser diferentes.